- “En el evangelio, aquellos que trabajan diligentemente como Pablo recibirán grandes recompensas en el cielo”.
- “El apóstol Pablo dijo: ‘Cada día muero’. Esto no se refiere a la muerte física, sino a matar diariamente el orgullo y los deseos mundanos”.
- “También el apóstol Pablo corrió hacia el reino de los cielos hasta el fin para recibir la recompensa de su llamamiento”.
“En el evangelio, aquellos que trabajan diligentemente como Pablo recibirán grandes recompensas en el cielo”.
El apóstol Pablo era un hombre muy calificado en muchos aspectos: su educación, riqueza, poder y honor, incluyendo su ciudadanía romana, envidiada por la gente de su tiempo. Sin embargo, cuando comenzó a predicar el evangelio, siendo llamado por Dios, abandonó la arrogancia y predicó con humildad y lágrimas (Hch 20:17-20). Aunque pasaba frío, estaba desnudo, hambriento y lo golpeaban mucho, conocía el valor del cielo, en consecuencia, no consideraba el sufrimiento como tal, sino que solo se preocupaba por la iglesia y los miembros.
Así como Dios vino a esta tierra y fue perseguido mientras predicaba el evangelio, nosotros, los herederos de Dios, debemos sufrir dificultades en este mundo como los humildes (Ro 8:16-18). Los que reciben premios trabajan más arduamente que los demás. En el evangelio, aquellos que trabajan diligentemente como Pablo recibirán grandes recompensas en el cielo.
De la palabra de la Madre: “Sean humildes y los exaltaré a su debido tiempo”
“El apóstol Pablo dijo: ‘Cada día muero’. Esto no se refiere a la muerte física, sino a matar diariamente el orgullo y los deseos mundanos”.
Es un reto convertir un corazón egoísta en uno amoroso. Sin embargo, al hacer esa cosa difícil, recibimos muchas bendiciones. El apóstol Pablo dijo: “Cada día muero”.
“Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero.” 1 Co 15:31
Esto no se refiere a la muerte física, sino a matar diariamente el orgullo y los deseos mundanos. Solo si la naturaleza pecadora muere en nosotros, Cristo puede obrar dentro de nosotros y el amor se transmitirá a través de nosotros.
De la palabra de la Madre: “Es necesario nacer de nuevo para entrar en el reino de los cielos”
“También el apóstol Pablo corrió hacia el reino de los cielos hasta el fin para recibir la recompensa de su llamamiento”.
Aunque haya momentos difíciles y dificultades, las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera. Los que padecen persecución por causa de la justicia tendrán una gran recompensa en el cielo (Ro 8:18, Mt 5:10-12). “También el apóstol Pablo corrió hacia el reino de los cielos hasta el fin para recibir la recompensa de su llamamiento”.
“[…] prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: […] prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Fil 3:12-14
Creyendo en las palabras: “Retén lo que tienes”, y: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” (Ap 3:11, 2:26), cumplamos la misión del evangelio hasta el final.
De la palabra de la Madre: “Su recompensa es grande en el cielo”