- “El cielo no es un lugar al que cualquiera puede ir, sino un lugar para las personas buenas, las personas bondadosas, las personas con un corazón hermoso, las que consideran a los demás como superiores a sí mismas, y las que siguen bien la palabra de Dios”.
- “Al experimentar el dolor de ser limpiados de los pecados, podemos ser transformados a la imagen de Dios y entrar en el reino de los cielos”.
- “Para entrar en el cielo debemos cultivar un corazón de amor y cumplir con todas las enseñanzas de la Biblia: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, estimar a los demás como superiores a nosotros, ser considerados con los demás, perseverar, etc.”.
- “Como primogénitos del cielo, no deben descuidar esta gran bendición, sino correr en la dirección en la que el Padre quiere que vayan y seguir la ley de Dios, para que puedan recibir la corona del cielo”.
“El cielo no es un lugar al que cualquiera puede ir, sino un lugar para las personas buenas, las personas bondadosas, las personas con un corazón hermoso, las que consideran a los demás como superiores a sí mismas, y las que siguen bien la palabra de Dios”.
Dios está transformando la apariencia de sus hijos pecadores en una muy buena apariencia. Él aparta a los malos de entre los justos, así como en la parábola cuando los pescadores recogen los buenos peces en cestas y lo malo echan fuera (Mt 13:47-50). El cielo no es un lugar al que cualquiera puede ir, sino un lugar para las personas buenas, las personas bondadosas, las personas con un corazón hermoso, las que consideran a los demás como superiores a sí mismas, y las que siguen bien la palabra de Dios.
“[…] Entonces el Rey dirá a los de su derecha: […] Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis […]. Entonces dirá también a los de la izquierda: […] Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis […]. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” Mt 25:31-46
“Al experimentar el dolor de ser limpiados de los pecados, podemos ser transformados a la imagen de Dios y entrar en el reino de los cielos”.
El proceso de renacer y transformarse en el pueblo de Dios conlleva un gran dolor. Puesto que toda la humanidad descendió del cielo debido a sus graves pecados, las manchas del pecado no pueden removerse sin experimentar dolor. Al experimentar el dolor de ser limpiados de los pecados, podemos ser transformados a la imagen de Dios y entrar en el reino de los cielos.
Aunque sea una buena relación en la que ambos se transforman mutuamente, a veces surgen desacuerdos en el proceso de intentar llevar al otro al cielo, ya que sus pensamientos no siempre coinciden con los del otro. Debemos renacer con un corazón dispuesto a sacrificarse para salvar un alma, como Dios, en lugar de mantener la actitud pecaminosa de querer que se aplique solo nuestra opinión para sentirnos aliviados. Con el deseo de ir al cielo, ustedes han dedicado sus corazones, mentes y esfuerzos a salvar almas hasta el día de hoy. Así que deben estar unidos.
“Para entrar en el cielo debemos cultivar un corazón de amor y cumplir con todas las enseñanzas de la Biblia: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, estimar a los demás como superiores a nosotros, ser considerados con los demás, perseverar, etc.”.
La Biblia es un libro que nos muestra el camino para la salvación. Dios ha explicado a través de la Biblia de dos maneras: cómo enfrentar la destrucción y cómo ser salvo. La compasión de Dios por nosotros fue muy grande, porque aunque nuestros pecados merecían la muerte, Él descendió del cielo en forma humana, en cuerpo al igual que nosotros, para enseñarnos el camino al cielo a través de las siete fiestas de tres tiempos, incluyendo la Pascua, la verdad de la vida.
Aunque Dios nos ha expiado de nuestros pecados que merecen la muerte, debemos arrepentirnos, obedecer la palabra de Dios y seguir el camino del nuevo pacto hasta que vayamos al cielo. Para entrar en el cielo debemos cultivar un corazón de amor y cumplir con todas las enseñanzas de la Biblia: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, estimar a los demás como superiores a nosotros, ser considerados con los demás, perseverar, etc.
De la palabra de la Madre: “Según las palabras de la profecía”
“Como primogénitos del cielo, no deben descuidar esta gran bendición, sino correr en la dirección en la que el Padre quiere que vayan y seguir la ley de Dios, para que puedan recibir la corona del cielo”.
Debemos recordar agradecer a Dios por permitirnos ir al cielo y hacer la obra verdaderamente valiosa. Incluso después de haber recibido su primogenitura, Esaú la descuidó sin conocer su valor y perdió su bendición, la cual fue dada a Jacob, que conocía su valor. Como Saúl despreció la palabra de Dios, el trono pasó a David, quien sí la respetó y la obedeció.
Como primogénitos del cielo, no deben descuidar esta gran bendición, sino correr en la dirección en la que el Padre quiere que vayan y seguir la ley de Dios, para que puedan recibir la corona del cielo (1 Co 9:24-27, 2 Ti 2:3-6).
De la palabra de la Madre: “Su recompensa será grande en el cielo”