Conformarse a las palabras de Dios y a la piedad

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El pueblo del reino de los cielos son los hijos de Dios el Creador. Así como está escrito: “Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais”, los hijos de Dios deben actuar dignamente según su posición dondequiera que vayan.

Si alguno no se conforma a las sanas palabras de Cristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, de lo cual nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad (1 Ti 6:3-6). “Conformarse a las palabras de Dios” significa vivir adherido a la palabra, sin separarse de ella. Cuando vivimos cerca de la palabra de Dios, nos volvemos humildes y recibimos la salvación. Vivir con piedad de acuerdo con la palabra de Dios es tan importante que Dios nos ordena “practicarla” (1 Ti 4:6-8). Al igual que con el estudio o el ejercicio, todo se perfecciona a través de la práctica. Llegamos a perfeccionarnos y entrar en el reino de los cielos practicando la piedad.

Está escrito: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4:4). Así como las orugas viven comiendo hojas de pino, los hijos de Dios viven por la palabra de Dios. Así como no comer una comida adecuada nos deja sin energía, descuidar la comida espiritual nos deja espiritualmente hambrientos y débiles. Por lo tanto, debemos deleitarnos en la palabra de Dios y compartirla constantemente con los demás. Estudiemos diligentemente la palabra de Dios y enseñémosla de todo corazón a los demás, guiándolos a la salvación. Todo lo que tenemos que hacer es enseñarla tal como es, sin añadir ni quitar a la palabra de Dios (Ap 22:18-19).

La Biblia enseña que el reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y mezcló en tres medidas de harina, hasta que hizo crecer toda la masa (Mt 13:33). Si toma la cantidad de harina para un trozo de pastel de arroz y hace la masa, solo podrá alimentar a una persona, pero si agrega levadura a la masa, se hinchará y la cantidad aumentará lo suficiente para compartir con varias personas. De la misma manera, un espíritu endurecido que solo se conoce a sí mismo y no tiene intención de compartir con los demás no puede evitar compartir cuando la palabra de Dios entra en él. El fuego del Espíritu Santo, que desea salvar a muchas almas a través de la palabra de vida, se despierta.

Aunque en el pasado hayamos seguido los deseos de la carne antes de recibir la verdad, ahora, como hijos de Dios, no debemos andar de esa manera. Después de ser bautizados, hemos entrado en el reino de gracia en Cristo (Ef 2:1-6). Por eso, si actuamos con justicia, podemos ascender al eterno reino de los cielos. Sin embargo, si no seguimos la palabra de Dios después de entrar en el reino de gracia, podemos caer. Por eso Dios, que es amor, nos ha dado lecciones para corregirnos en nuestra forma de comportarnos como hijos suyos y llevarnos al cielo. Ya que no podemos oponernos al diablo sin la palabra de Dios, Él nos dice repetidamente que nos “vistamos de toda la armadura de Dios” y “tomemos la espada de la palabra de Dios” (Ef 6:10-19). Los pecadores no pueden hacer nada. Es Dios quien hace posibles todas las cosas. Por lo tanto, siempre debemos orar a Dios Todopoderoso.

Los designios de la carne son enemistad contra Dios, y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios (Ro 8:5-8). No debemos permitir que los pensamientos de la carne prevalezcan sobre los pensamientos de Dios. Incluso en todo el tiempo de nuestra peregrinación en esta tierra, debemos temer la palabra de Dios (1 P 1:14-17). Vivir con piedad y prestar atención a las palabras de piedad es fundamental, porque somos ciudadanos del reino de los cielos (Fil 3:20-21). Aquellos que irán al reino de los cielos deben permanecer en la palabra de Dios, ser piadosos y seguir las enseñanzas de Dios. Ahora, Dios está en el proceso de transformar nuestro cuerpo humilde y pecaminoso para que seamos semejantes a su cuerpo glorioso. Para convertirnos en seres hermosos, aptos para el reino de gloria, nos ha dado instrucciones tales como “conformarse a las sanas palabras de Cristo” y “ejercitarnos para la piedad”.

Para guiar a muchas personas al camino de la salvación, cultivemos un buen corazón y hagamos buenas obras como hijos de Dios. Prioricemos las enseñanzas piadosas de Dios y practiquemos activamente la bondad, el amor y la piedad, esforzándonos para mejorar continuamente. Al hacerlo, podemos glorificar a Dios más plenamente y recibir abundantes bendiciones y frutos.