Alcancen el amor perfecto

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Incluso mientras llevamos la vida de la fe, hay momentos en que olvidamos el amor del Padre celestial. Sin embargo, nunca debemos olvidar el amor del Padre, que se sacrificó por nosotros para librarnos de la muerte eterna y darnos la vida eterna. Para salvarnos a nosotros, los pecadores que lo traicionamos en el cielo, el Padre no dudó en sufrir el dolor de la crucifixión. Durante treinta y siete largos años soportó el sufrimiento, a pesar de tener el cuerpo endurecido por callos y marcas de contusiones; aun así, soportó todo para salvarnos.

Si grabamos profundamente en nuestro corazón el amor del Padre que dio su vida para salvarnos, ganaremos fuerzas incluso cuando estemos cansados. Sin embargo, si olvidamos ese amor y solo pensamos en nosotros mismos, las dificultades se volverán más difíciles. El Padre soportó el dolor con alegría, sin perder nunca la sonrisa, porque se regocijaba en dar vida a sus hijos. Siempre recordemos que Él soportó todo, y lo hizo para salvarnos.

Jesús dijo: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Jn 13:15). Siguiendo el ejemplo del Padre, guiemos a nuestros hermanos con amor, aunque eso signifique enfrentar inconvenientes y sacrificarnos. Incluso para guiar un alma al cielo, se requiere sacrificio personal. Como hijos de Dios, debemos soportar con paciencia la incomodidad incluso cuando otros la causan. En lugar de lastimar a otros, debemos elegir soportar su dolor para que puedan encontrar consuelo en nosotros.

Adonde sea que vayamos, los miembros de la Iglesia de Dios son reconocidos por conceder primero, saludar cordialmente y tomar la iniciativa en tareas difíciles. Esto refleja nuestra obediencia inquebrantable a la voluntad de Dios. Para guiar a muchos a la verdad, es fundamental compartir la verdad de vida, pero el amor mostrado a través de las acciones es igual de poderoso. En un mundo donde el amor se ha enfriado, la gente se conmueve más cuando alguien realmente se preocupa por ellos. Entonces, ¿cuánto más se conmoverán si también les enseñamos la verdad de la Pascua del nuevo pacto? Cuando comprendan que los amamos mucho para poder guiarlos a la verdad, ellos también se sentirán inspirados a seguir ese ejemplo y comenzarán a mostrar amor a los demás, poco a poco.

Ya que el Padre nos amó y nos dio la vida, pensemos en cómo podemos serle agradables. Al igual que el Padre, cuidémonos unos a otros con amor, guiando a nuestra familia de la fe al reino de los cielos. Como está escrito en la Biblia: “El mayor de ellos es el amor” (1 Co 13:13), seamos hijos de Sion que practiquen el amor perfecto y den alegría al Padre.

Lo que más complace al Padre es que sus hijos estudien la Biblia diligentemente, prediquen con sinceridad y oren fervientemente para que puedan vivir. Él se regocija cuando guiamos a las almas al arrepentimiento y las llevamos al cielo. Si recordamos el amor del Padre, que se sacrificó por nosotros, y predicamos el evangelio, orando con la determinación de obedecer sus palabras y alcanzar el cielo, el Padre se sentirá tan complacido que se conmoverá hasta las lágrimas. Hagamos buenas obras dignas de elogios, para poder estar de pie ante Él en el cielo y poder decir: “Padre, he traído estas almas a Usted a través de estos esfuerzos”.

¿No es acaso la abundante gracia del Padre que nos haya llamado y nos haya hecho sus hijos? Él nos ha hecho hijos de Dios Todopoderoso, y nos ha permitido participar en la obra del evangelio y nos está guiando al eterno reino de los cielos. Demos gracias al Padre y soportemos las pruebas de este mundo con alegría, sabiendo que estamos caminando hacia el glorioso cielo.

La vida en esta tierra no es fácil, pero tenemos esperanza en el cielo. Hoy es un paso hacia el cielo, y mañana también lo será. El gozoso reino de los cielos nos espera, así que avancemos con alegría y regocijémonos en la gloria que disfrutaremos.

Él nos dijo que oremos sin cesar, así que oremos aún más cuando enfrentemos dificultades. Confíen en el Padre y oren, porque “Jehová está lejos de los impíos; pero él oye la oración de los justos” (Pr 15:29). El Padre dijo que el trabajo y los sacrificios que hacemos por el evangelio y nuestra vida de la fe brillarán para siempre en el libro de la vida. Por lo tanto, vivamos solo para complacer a nuestro Padre. Espero que todos reciban abundantes recompensas y que sus nombres brillen hermosamente en el reino de los cielos para siempre.