El cordón umbilical y la placenta que conectan a la madre con el bebé

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El cordón umbilical y la placenta, que alguna vez se consideraron insalubres y se trataron como desechos infecciosos, están recibiendo mucha atención en la comunidad médica. La razón detrás de esto es que han descubierto en ellos abundantes células madre que pueden transformarse en varios tipos de tejido corporal. En particular, la sangre del cordón umbilical contiene células madre hematopoyéticas que producen sangre y células madre mesenquimales que forman huesos, músculos y órganos; actualmente se está estudiando para el tratamiento de enfermedades y ya se han comercializado algunas técnicas.

En 2000, una niña de seis años llamada Molly, que vivía en Estados Unidos, sufría un trastorno genético fatal llamado anemia de Fanconi. El único tratamiento posible era un trasplante de células madre hematopoyéticas, pero no pudieron encontrar un donante compatible para ella. Entonces decidieron usar sangre del cordón umbilical para tratarla. Había pasado mucho tiempo desde que se descartó la sangre del cordón umbilical de Molly, por lo que sus padres decidieron tener otro bebé para salvarla. Así nació su hermano menor, Adam, quien la salvó milagrosamente y le dio felicidad a su familia.

De esta forma, la sangre del cordón umbilical puede usarse para tratar algunas enfermedades y puede dar vida a otras personas a través del cultivo de sus células madre. La recolección de células madre de la sangre del cordón umbilical está libre de controversias bioéticas porque el embrión no se utiliza para este proceso y tiene grandes capacidades proliferativas, por lo que muchas personas sienten curiosidad por ver el resultado del estudio. La placenta también contiene todo tipo de hormonas y enzimas, así como células madre, lo que proporciona una base para el desarrollo de nuevos fármacos.

Desde la antigüedad, el cordón umbilical y la placenta eran valorados y considerados como símbolos de vida en algunos países. En particular, en la dinastía Chosun, el cordón umbilical y la placenta de un bebé real nacido de una reina no se desechaban, sino que se guardaban cuidadosamente. Se preservaban en un pequeño frasco de porcelana blanca y se sometían a una ceremonia para ser lavados cien veces al séptimo día después del nacimiento del bebé real, y luego se envolvían en múltiples capas, se colocaban en un jarro más grande y escogían un buen lugar para enterrarlo. El cordón umbilical y la placenta se consideraban tan valiosos que incluso hay registros que muestran que algunas personas fueron promovidas por conservar bien el cordón umbilical y la placenta del bebé real y que algunos tuvieron problemas por maltratarlos.

La placenta es un órgano protector que ayuda al feto a sobrevivir y crecer en el cuerpo de la madre conectando al feto a la pared uterina. El óvulo fertilizado se convierte en embrión en forma de saco después de cuatro o cinco días de fertilización. Luego, las células internas del embrión crecen hasta convertirse en feto y las células externas se convierten en cordón umbilical y placenta. Después de que el óvulo fertilizado se implanta en el útero, las células externas del embrión se transforman en lo que parecen protuberancias tupidas, penetran en la pared uterina produciendo enzima que fragmenta las proteínas, luego encuentra vasos sanguíneos y forman tejido. Así como las raíces se hacen más profundas a medida que el árbol crece, la placenta también produce más vasos sanguíneos dentro del útero a medida que el bebé crece.

El vínculo entre el embrión y el útero es débil al comienzo del embarazo. Sin embargo, a medida que se completa la placenta, el feto se adhiere firmemente a la madre como un barco anclado. Después de la semana 12 de embarazo, la tasa de abortos espontáneos disminuye significativamente porque en ese momento la placenta está completamente formada. Los canguros y koalas dan a luz a sus crías prematuramente debido a su desarrollo placentario deficiente, y crían a sus bebés en sus marsupios hasta que crecen hasta cierto punto.

Canguros con sus crías en sus marsupios

El cordón umbilical que se origina en el vientre del feto se conecta a la placenta, conectando a la madre y al bebé directamente y sirve como un medio en el intercambio de sustancias entre ambos. El oxígeno y los nutrientes de la madre se suministran al feto y los desechos fetales, como el dióxido de carbono, se transportan a la madre. Lo interesante son los anticuerpos. Durante los primeros seis meses después del nacimiento, los bebés no contraen fácilmente enfermedades infecciosas como el sarampión o la viruela, porque nacen con anticuerpos de sus madres. Sin embargo, dado que no todos los anticuerpos de la madre atraviesan la placenta, no tienen inmunidad para algunas enfermedades como la tos ferina o la varicela.

Además, la placenta retiene de forma selectiva no solo anticuerpos sino también otras sustancias. En otras palabras, actúa como filtro, dejando pasar sustancias beneficiosas para el feto y bloqueando la entrada de sustancias nocivas. Gracias a la placenta, el feto no tiene ningún problema para sobrevivir en el cuerpo de la madre, aunque tengan diferentes tipos de sangre. Es porque la placenta filtra los glóbulos rojos y los anticuerpos1. Gracias a la placenta, aunque la madre contraiga infecciones bacterianas, el bebé no se infecta.

1. Aunque los anticuerpos que reconocen los grupos ABO no pueden atravesar la placenta, los anticuerpos que reconocen los factores Rh sí pueden hacerlo. Por lo tanto, puede haber problemas si la madre es Rh negativo y el bebé es Rh positivo.

Sin embargo, algunos medicamentos o pequeños virus pueden infiltrarse en el feto causando un impacto grave. Por ejemplo, pequeñas moléculas liposolubles como la nicotina y el alcohol atraviesan la placenta y llegan directamente al feto, por lo que se requiere extrema precaución de la madre.

A partir del séptimo mes de embarazo, el feto puede detectar luces y sombras. Cuando la madre siente la luz, la secreción de melatonina disminuye y este cambio se transmite al feto a través de la placenta. Significa que el feto puede sentir la luz que contempla la madre, sin mirar directamente la luz fuera del cuerpo de ella.

La placenta no solo actúa como un medio, sino que también produce nutrientes y hormonas que son necesarios para la madre y el feto. Los nutrientes recibidos de la madre se almacenan en forma de glucógeno en el feto suministrándole una cantidad adecuada. Por lo tanto, aun cuando el suministro nutricional de la madre no sea constante, el feto puede obtener nutrientes de manera estable. Además del glucógeno, la placenta también sintetiza colesterol y ácidos grasos y se los proporciona al feto.

Asimismo, secreta gonadotropina coriónica humana (hCG), que mantiene el embarazo durante el primer trimestre. Al partir del segundo trimestre del embarazo, secreta una gran cantidad de progesteronas y estrógenos que desarrollan el útero, facilitan la circulación sanguínea y evitan que el útero se contraiga, ayudando así a que el feto crezca de manera segura. Además, las hormonas que determinan el momento del parto también se secretan en la placenta.

Ha sido un misterio durante mucho tiempo cómo la placenta puede existir en el cuerpo de la madre sin descomponerse. El sistema inmunitario normalmente ataca las sustancias con diferentes genes para proteger el cuerpo. Por esa razón, es difícil entender cómo puede coexistir la placenta, que pertenece la mitad a la madre y la mitad al feto.

El profesor Phil Lowry de la Universidad de Reading, Inglaterra, explicó que es posible porque la placenta actúa como un parásito para evitar el ataque del sistema inmunitario de la madre. En cuanto a los parásitos, las moléculas llamadas fosfocolinas, que están presentes en la superficie de sus células, engañan al sistema inmunitario de una persona para que las reconozca como sus propias células. De la misma manera, la mayoría de las proteínas sintetizadas en la placenta contienen fosfocolinas, utilizando la estrategia de engañar al sistema del cuerpo de la madre. La placenta, que es un órgano exclusivo del feto, sale del cuerpo de la madre con un ligero dolor una vez que nace el bebé y termina su función.

El feto, que no puede hacer nada por sí solo, crece en el útero de la madre y nace como un ser vivo sano y salvo. Esto es posible gracias al cordón umbilical y la placenta que conectan a la madre y al bebé. El cuerpo de la madre proporciona incondicionalmente un nido seguro al feto y todo lo necesario para que mantenga su vida, y absorbe todo lo que se vuelve innecesario.

Todas las personas nacidas en este mundo tienen la marca del cordón umbilical que demuestra que eran un solo cuerpo con sus madres. Es el ombligo. Desde el momento en que comienza la vida, la madre y el bebé están conectados, formando una relación inseparable.

Referencias
Lee Seong-gyu. 세종대왕과 태반의 수수께끼 (Sejong el Grande y el misterio de la placenta). Dong-A Science (3-12-2010).
Kim Jeong-hun. 엄마와 아기의 경계선, 태반의 신비 (La línea divisoria entre la madre y el bebé, el misterio de la placenta). Aroma Científico KISTI (3-12-2007).
Lee Eun-hee. 하리하라의 바이오 사이언스 (Biociencia de Harihara).
Park Se-pil. 줄기세포 생명공학의 위대한 도전 (Gran desafío de la biotecnología de las células madre).