Ahora que he conocido al Padre y a la Madre celestiales, soy más feliz que nadie

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Recibí la verdad cuando trabajaba en el servicio de pediatría en Huancayo. Un día, una de mis colegas, con la que me llevaba muy bien, estaba leyendo un pequeño libro entre turnos. Cuando le pregunté qué libro estaba leyendo, empezó a hablarme de Dios Madre, que existía antes de la creación del mundo. Mencionó que cuando Dios creó a Eva, no la creó al azar o sin pensarlo mucho, sino que la creó a imagen de una mujer, es decir, a imagen de Dios Madre. La explicación de mi amiga fue clara y tuve la certeza de que la existencia de Dios Madre era verdadera. Fue como si un eco resonara desde lo más profundo de mi corazón: “Es cierto que Dios Madre existe”. Se me ocurrió que el amor infinito que una madre terrenal da a sus hijos debe proceder del amor de Dios Madre. Muchas preguntas sobre Dios llenaron mi mente y quería saber más sobre la verdad lo antes posible.

Después, en mis días libres, iba a la Iglesia de Dios a estudiar sobre Cristo en su segunda venida y Dios Madre. Aunque dudé en la atmósfera desconocida, los miembros me acogieron con cálidas sonrisas y abrazos como si nos conociéramos desde hacía mucho tiempo. De esta manera, empecé a estudiar la Biblia, y cuanto más aprendía las palabras de la Biblia, más dulces y profundas se volvían. Me asombré del cumplimiento exacto de todas las profecías sobre la fecha, el lugar y la aparición de Cristo en su segunda venida. Me sentí feliz y triste al saber quién es Cristo en su segunda venida a través de las palabras de la verdad que solo Dios puede dar. Me alegré porque la capacidad de reconocer al verdadero Dios que vino a esta tierra en carne es un verdadero privilegio otorgado a pocas personas. También me llené de dolor al saber que Él había venido por segunda vez y había recorrido el camino del sacrificio, aunque sabía de las dificultades que enfrentaría cuando viniera de nuevo en carne. La Pascua, que Cristo estableció mediante su sacrificio por los pecadores del cielo, conmovió profundamente mi corazón. Decidí bautizarme ese día porque solo Dios puede perdonar todos nuestros pecados.

El día de mi bautismo, unos hermanos de Corea compartían la fragancia de Sion después del culto. Recibí mucha gracia al escuchar la fragancia de Sion que contenía el entendimiento de cada miembro y trababa del cálido toque de la Madre, su deslumbrante brillo y su cálido amor. Desde muy temprana edad, me separaron de mis padres y hermanos y me criaron mis abuelos. Mi madre, que me añoraba porque no pudo cuidarme cuando era pequeña, solía decir: “Me duele el corazón no haber podido estar contigo”. Tal vez por esa razón me sentí aún más desconsolada al saber que Dios Madre misma recorrió el camino del sacrificio para traer de regreso a sus hijos, que son todo para Ella. Me conmovió mucho el gran amor de la Madre celestial y su interminable espera por cada uno de nosotros.

Sin embargo, cuando la gente de mi entorno se enteró de mi asistencia a la Iglesia de Dios, percibieron negativamente mi vida religiosa y me rompieron el corazón con malentendidos y comentarios prejuiciosos. A pesar de su reacción, comprobé que todas las profecías escritas hace miles de años se habían cumplido por completo. ¿Cómo negarlo? Las palabras de Dios desempeñaron un papel importante en el fortalecimiento de mi verdadera fe, incluso en medio de tantas dificultades.

Había creído en Dios desde hacía mucho tiempo, siendo bautizada en la Iglesia católica, e incluso quería ser catequista. Había esperado el día de la segunda venida de Dios, creyendo que ese día sería el fin de los tiempos y que el juicio vendría inmediatamente. Sin embargo, no me sentía cómoda cuando veía muchos ídolos colocados por toda la iglesia; esas imágenes me deprimían. Visité diferentes denominaciones cristianas, pero sus enseñanzas no me convencían. Ahora es diferente, porque he llegado a conocer la verdadera iglesia que usa la Biblia como estándar. He encontrado la iglesia que se testifica en las profecías de la Biblia y mi corazón está lleno de entusiasmo y felicidad abrumadores.

La mayoría de la gente solo conoce la existencia de un Dios, Dios Padre; no obstante, Dios creó todas las cosas para que comprendiéramos los misterios del cielo al observar sus principios. Si examinamos la vida, todos los seres vivientes tienen un padre y una madre que los engendraron. Puesto que todas estas cosas son copia y figura de las cosas celestiales, ¿no es natural que Dios exista como Dios Padre y Dios Madre? Así como muchas personas creen en Dios Padre como su Salvador, yo creo firmemente que Dios Madre, de quien la Biblia da testimonio, también nos da la vida eterna. Todo esto puede confirmarse a través de la Biblia.

Me gustaría afirmar que la Iglesia de Dios es el mejor lugar en el cual usted puede estar. Si comienza a estudiar la verdad con más frecuencia, sin duda sabrá quién es el Salvador de esta época. Además, podrá discernir la vida espiritual que todos debemos llevar. La Biblia nos enseña que el camino que nos lleva al cielo no es fácil ni espacioso, sino estrecho y angosto. No se desanime, sino esfuércese por seguir este camino hasta el final. Si tiene alguna pregunta, no dude en visitarnos. Todas las respuestas están en la Biblia.