El dolor de una madre permite que nazca su hijo

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No existe una manera de expresar cuánto dolor sufre una persona. Ya que el dolor es una experiencia personal, es imposible que los demás conozcan exactamente cómo se siente el dolor de alguien más; pero si clasificamos la severidad de diferentes tipos de dolor, la causalgia (el dolor quemante) es el más doloroso, la amputación de los brazos y piernas viene después, y luego el trabajo de parto. La causalgia y la amputación de brazos y piernas no son dolores que muchas personas experimenten. Pero el trabajo de parto es el dolor más grande que una persona experimenta naturalmente.

Una mujer no sufre dolor solamente durante el trabajo de parto. Su dolor empieza en el momento en que el óvulo es fertilizado y se implanta en la pared uterina. La implantación es uno de los primeros pasos del embarazo en donde el embrión, que es un óvulo fertilizado por un espermatozoide, se adhiere a la pared del útero haciéndose posible que reciba oxígeno y nutrientes de la madre. Esto produce estrés en todos los sistemas del cuerpo de la madre, y el feto se adapta a este medio ambiente.

El sistema inmunitario del ser humano es como un ejército que nos protege de amenazas internas y externas. Si una sustancia externa u objeto extraño es detectado por el cuerpo, las células hacen sonar alarmas que desencadenan reacciones químicas que producen inflamación. Subsecuentemente, el sistema inmunitario escucha la alarma y ataca las células infectadas. La respuesta inflamatoria consta de enrojecimiento, dolor, tumoración o inflamación, y fiebre, y son una señal de que el sistema inmunitario está trabajando. Un sistema inmunitario sano ataca infecciones de bacterias y virus.

Desde el punto de vista del sistema inmunitario, el feto es un objeto extraño, algo externo al cuerpo de la madre, ya que tiene un código genético diferente del de la madre. Sin embargo, el sistema inmunitario de la madre no ataca al feto que se encuentra creciendo dentro de ella. Un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina de Nueva York, Estados Unidos, descubrió que las células de la decidua (el recubrimiento del útero durante el embarazo) no producen las señales químicas que usualmente desencadenarían la inflamación en el lugar donde se implanta el embrión. Un análisis más minucioso de las células de la decidua reveló cambios en la estructura del ADN y una subsecuente expresión genética resultó en el silenciamiento de los genes que causan la inflamación. El inicio del embarazo apaga el sistema inmunitario de la madre dentro del útero.

El sistema inmunitario de la madre se debilita para poder aceptar al feto, que es un objeto extraño, lo cual pone a la madre en riesgo de sufrir varias enfermedades. Sin embargo, ella no puede tomar medicamentos, porque algunos podrían causar severos defectos al feto. El cuerpo de la madre se arriesga por causa del feto.

Los cambios hormonales son de los más severos. Los cambios hormonales son de los más severos. Para mantener el embarazo, las hormonas femeninas como la progesterona y el estrógeno permanecen elevadas. Existe también un aumento en el volumen de la glándula pituitaria que regula las hormonas del cuerpo, asimismo se produce un incremento aproximado del 30 % de la glándula tiroides. En el segundo y tercer trimestre del embarazo, el desbalance hormonal causa comezón, enrojecimiento, acné y otros problemas de la piel. La disminución abrupta de las hormonas femeninas después del parto, puede desencadenar síntomas de depresión posparto.

La hormona hCG1, que es producida en la placenta durante el embarazo, contribuye a la aparición de náuseas. La hiperémesis gravídica (vómitos severos) en el principio del embarazo, puede ocasionar pérdida de apetito e incluso causar inconvenientes en la vida cotidiana. Saltarse las comidas, la falta de hidratación y desórdenes en la motilidad intestinal, que están asociados con el aumento de la eliminación de estrógeno, pueden hacer que las embarazadas sean propensas a la constipación y problemas anales.

1. La gonadotropina coriónica humana, o hCG, es la hormona producida por la placenta en una mujer embarazada. Asegura que el cuerpo lúteo continúe produciendo progesterona durante el primer trimestre de embarazo, para que la gestación pueda mantenerse.

Durante el embarazo una hormona llamada relaxina, que causa que los ligamentos y articulaciones se aflojen, se secreta en la placenta hasta diez veces más de lo usual. Esta relajación de las articulaciones relaja la sínfisis del pubis para prepararse a dejar pasar al bebé por el canal del parto. El problema es que la relaxina también afecta a los demás ligamentos y articulaciones del cuerpo. Los niveles de relaxina disminuyen después del parto, pero la laxitud de los ligamentos y articulaciones pueden causar dolor o fracturas incluso por un pequeño esfuerzo. Puede tomar más de tres meses para que los ligamentos regresen a la normalidad y se estabilicen, y en este tiempo las madres pueden sufrir de dolores de espalda y aumentar el riesgo de torceduras.

Aunque invisible a simple vista, la alteración más importante se produce en el corazón. El volumen de sangre de una mujer embarazada aumenta entre 40 y 45 % durante el embarazo. La mayoría de este aumento de volumen se debe al aumento del plasma, que diluye los glóbulos rojos que transportan el oxígeno, y contribuye a causar síntomas de anemia. Conforme aumenta el volumen de sangre, el corazón late más rápido y hasta aumenta de tamaño. La cantidad de sangre que sale del corazón por minuto disminuye hasta el 30 % dos semanas después del parto, y un cambio tan brusco y repentino puede causar estrés en el corazón.

Es normal aumentar entre 10 y 15 kg durante el embarazo. Sin embargo, la madre se siente mucho más pesada pues tiene que vencer también la fuerza de gravedad. Para mantener el peso del feto, la madre tiende a tirar la cabeza hacia atrás y curvar la columna. El repentino aumento de peso y los cambios en las fuerzas, hacen que la madre mantenga una postura peculiar con el abdomen hacia fuera y la pelvis hacia dentro. Por esta razón, la mayoría de las mujeres embarazadas sufren de dolores de espalda y de lordosis (curvatura excesiva de la columna baja). Conforme aumenta el peso del feto, este peso hace presión en la región pélvica, causando una inclinación, y el dolor pélvico dificulta caminar. Esto causa que el 70 % de las mujeres mbarazadas experimenten dolor en la espalda baja y presión pélvica. En aproximadamente el 20 % de las mujeres, el dolor puede persistir hasta tres años después del parto.

Los cambios de postura, cargar peso en exceso y la laxitud de las articulaciones debido a la producción de hormonas, pueden lastimar la columna y causar compresión de los nervios que salen de la misma, ocasionando parestesias u hormigueos en brazos y piernas. Conforme la espalda de la madre adopta una posición más encorvada, la presión sobre el nervio ciático aumenta (un nervio que va desde la pelvis hasta los pies) y en ocasiones causa severo dolor. En adición, los músculos que se encuentran alrededor de los ligamentos se inflaman y pueden presionar los nervios de las manos y pies, ocasionando dolores como si los pincharan con agujas. Los calambres en las piernas también son comunes porque las articulaciones de la pelvis, que son relajadas y abiertas por las hormonas, presionan los nervios cercanos.

Durante el tercer trimestre, la falta de aire empeora. Los problemas digestivos y el reflujo del ácido del estómago causan dificultades para dormir de espaldas o incluso para respirar cómodamente. Esto se debe a que el feto en crecimiento empuja los órganos internos de la madre, causando que el estómago, el hígado, los pulmones, los intestinos y el corazón sean desplazados hacia arriba. El bebé llega a ser tan grande que empuja también hacia abajo, causando presión sobre la vejiga ocasionando a la madre deseos de orinar frecuentemente; y la presión causada contra el estómago reduce su tamaño, causando que solo pueda comer pequeñas cantidades. El útero que originalmente tiene el tamaño de un aguacate, puede crecer hasta quinientas veces para contener a un bebé.

La madre del bebé sufre muchas transformaciones, pero las supera todas para el nacimiento de una nueva vida. Otra cosa maravillosa es que el dolor de la madre es el que hace que nazca su hijo. La oxitocina, una hormona que causa las contracciones del útero, juega un importante rol en el nacimiento. La secreción de la oxitocina ocasiona contracciones dolorosas que, permitiendo una retroalimentación2 positiva, hacen que se secrete más oxitocina. En breve, estos dolores de la madre permiten que el bebé llegue al mundo.

2. La retroalimentación es la modificación o el control de un proceso o sistema de acuerdo con sus efectos o resultados. La retroalimentación positiva aumenta la respuesta de un sistema y es más raro que la retroalimentación negativa, la cual disminuye la respuesta. Un ejemplo de retroalimentación positiva es la oxitocina que causa un estímulo nervioso, el que a su vez estimula el hipotálamo para producir más oxitocina, la cual aumenta las contracciones uterinas.

Desde el inicio del embarazo hasta el parto, todos los sistemas del cuerpo de la madre trabajan para el bebé y no para ella. Este tipo de devoción realmente no ha podido ser explicado ni completamente comprendido. La madre da todos los nutrientes a su bebé, experimentando cambios indeseables en su propio cuerpo. Después de llevar al bebé por nueve meses dentro de sí, da a luz a su bebé mediante la labor de parto. ¿Qué nos enseña el amor extremo que está programado en las madres? Hoy también, una vida más nace a través del dolor de nuestra madre.