Dios es para con nosotros fuerte

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En este mundo surgen muchas situaciones que perturban nuestra paz. Los accidentes ocurren inesperadamente, las enfermedades atacan y el peligro siempre está cerca; así es la vida en este mundo. Solo nuestro Dios Padre puede protegernos de estos peligros para siempre y concedernos la bendición del reino eterno de los cielos.

La Biblia nos dice que Dios, poseedor de tal poder, es para con nosotros fuerte en Sion, donde se celebran las fiestas solemnes (Is 33:20-22). Dios salva a sus hijos de todos los peligros (Is 43:1-3). Puesto que el Dios Fuerte está siempre con nosotros, tengamos confianza y fortaleza sin importar a dónde vayamos. Al participar del santo cuerpo de Dios en la Pascua, hemos sido limpiados de nuestros pecados y ahora moramos en Dios. Por lo tanto, debemos permanecer en Él en todo momento, sin desviarnos ni un instante (Jn 15:1-7). Para estar protegidos del peligro, no debemos alejarnos de Dios. Permanecer en Él es la manera en que podemos tener paz eterna.

Érase una vez un rey que anunció recompensar generosamente a quien pintara la escena más serena y apacible. Entre los muchos cuadros presentados, el rey eligió uno que representaba un cielo lleno de nubes oscuras y aterradoras, con feroces relámpagos. La escena mostraba afilados picos de montaña y un acantilado peligroso, con una tormenta de granizo cayendo a cántaros. Sin embargo, dentro del cuadro, enclavado en la pared rocosa del peligroso acantilado, había un pequeño nido de pájaros. A pesar de la furiosa tormenta, los pájaros del nido se asomaban, aparentemente sin inmutarse por el caos que los rodeaba. El rey encontró en esta escena la mejor representación de la serenidad. Se dio cuenta de que la verdadera paz significa sentirse seguro y contento incluso en medio de circunstancias aterradoras, como si el mundo estuviera a punto de colapsar.

Hoy, a pesar de los muchos desastres ocurridos, permanecemos bajo la protección de Dios en el refugio seguro de Sion, donde Dios está con nosotros. ¿Acaso la razón por la que observamos la Pascua no es para evitar desastres, recibir vida eterna y, en última instancia, entrar en el reino de los cielos que está libre de desastres y es pacífico? Dios nos asegura: “No temas, porque yo estoy contigo en todo peligro” (Is 41:10-13). Por el contrario, si no estamos con Dios y no nos acercamos a Él, no podremos escapar de los desastres (Am 9:2-3).

Caminemos siempre con Dios. Así como Dios vino en forma de hombre y se humilló, podemos ver que quienes están con Dios poseen un corazón que humildemente estima a los demás como superiores a él mismo y les sirve (Fil 2:2-10). Debemos despojarnos de las actitudes pecaminosas que hieren a nuestros hermanos con palabras duras y falta de consideración. Aunque tengamos una discusión, debemos reconciliarnos antes de que se ponga el sol y hablar solo palabras que nos beneficien mutuamente (Ef 4:22-29). Para estar con Dios, debemos vivir de acuerdo con sus palabras. En el libro de Salmos está escrito: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna” (Sal 133:1-3). Cuando nos unimos en amor, Dios nos protege y nos guía al reino de los cielos. Para habitar en el hermoso reino de los cielos con Dios, debemos renacer en una hermosa imagen como la suya (Jn 3:3, 1 Co 2:9). Como ciudadanos celestiales, nos corresponde vivir en armonía y mantener viva la pasión de nuestra fe (Fil 3:20-21).

Dios protege a sus hijos en Sion del castigo de fuego del infierno, transformándolos en seres hermosos tanto en apariencia como en corazón, y los conduce al cielo. Demos gracias a Dios por tan profundo amor. Debemos proponernos no ir nunca al infierno, porque pronto viajaremos por las hermosas galaxias del cielo. Todas las enseñanzas de Dios están arraigadas en su amor, diseñadas para transformarnos y guiarnos al reino de los cielos. Demos gracias a nuestro Dios Fuerte, que siempre está con nosotros. Que reciban abundantes bendiciones obedeciendo la palabra de Dios hasta entrar en el reino celestial.