Los hijos de Dios viven según la palabra de Dios. La Biblia, que es la palabra de Dios, nos guía continuamente en la justicia y nos ofrece sabiduría para una vida bendita. Para revestirnos de nuestro nuevo ser y llevar una vida digna de un ser humano, debemos seguir las enseñanzas de la Biblia.
Las personas del mundo, incapaces de aprender de la palabra de Dios y de vivir de acuerdo con ella, a menudo adoptan comportamientos imprudentes, inmorales y faltos de amor. Como resultado, todo lo conseguido a lo largo de la vida puede colapsar en un instante. Si no nos dedicamos a estudiar la palabra de Dios, los pensamientos mundanos pueden apoderarse de nosotros. Por lo tanto, Dios nos instruye a sumergirnos en su palabra y ejercitarnos para la piedad (1 Ti 4:6-13). Debemos leer, escuchar y practicar la palabra de Dios, que nos guía hacia la piedad y una vida recta. Al hacerlo, recibimos el amor, la salvación y las bendiciones de Dios y, en última instancia, iremos al reino de los cielos.
Vistámonos de nuestro nuevo ser a través de la palabra de Dios y preparémonos para entrar en el reino de los cielos. Antes de conocer a Dios Ahnsahnghong, quizá hayamos llevado una vida desordenada con amigos mundanos y recorrido el mismo camino que la gente corrupta. No obstante, ahora que nos hemos convertido en el pueblo de Dios, ya no debemos hacerlo. “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”, “Absténganse de palabras rudas, discursos negativos y discusiones. En lugar de eso, pronuncien palabras suaves como panal de miel y medicina para los huesos, y expresen gratitud”, “Sed benignos unos con otros, perdonándoos unos a otros”, “No os embriaguéis; antes bien sed llenos del Espíritu” (Ef 4:17-32, 5:3-4, 16-18, Pr 16:24, 2 Ti 2:14-17). Todas estas son enseñanzas dadas a los hijos elegidos por el Padre celestial antes de la creación del mundo. Si se corrigen siguiendo estas enseñanzas una por una, podrán renacer. Para entrar en el reino de los cielos, necesitamos renacer (Jn 3:3). Para entrar en el cielo, también debemos cumplir la ley de Dios. La Biblia enseña que toda la ley se cumple cuando nos hacemos uno por medio del amor (Ga 5:14). Cuando se ama, no se comete el mal ni se peca. En un mundo donde el amor se ha enfriado, Dios reúne a través de su amor a aquellos que antes solo se conocían a sí mismos, los une y los conduce al cielo.
El mundo sufre guerras y desastres climáticos. El Padre nos enseñó a proclamar diligentemente la Pascua del nuevo pacto en tiempos como estos, ya que concede la vida eterna y la protección contra los desastres, instándonos a no demorarnos en guiar a la gente a Sion (Jer 4:5-6). Antes de que se produzcan los desastres, debemos guiar a la salvación a quienes no saben el día ni la hora de su muerte. Como la carne y la sangre de Dios están en ustedes a través de la Pascua, cuando ven a una persona moribunda, probablemente sienten lástima por ella y quieren salvarla. Es porque el amor de Dios, que se apiadó de nosotros y murió para salvarnos, está obrando en nosotros.
No hay amor más sincero que el amor ejemplificado por la Pascua, que nos enseña el camino a la vida eterna y al reino de los cielos. Para encarnar este amor, debemos practicar la paciencia, como se menciona en 1 Corintios 13. Debemos ser amables y evitar la envidia, la jactancia, la arrogancia y la descortesía. Tanto no saludar a alguien como no responder a un saludo se consideran comportamientos groseros. Se puede entender que un niño lo haga, pero si una persona adulta no saluda, la gente diría que sus padres no lo han educado bien, ¿verdad? A medida que maduramos, debemos dejar atrás nuestras costumbres infantiles. Evitemos buscar nuestro propio bien, y procuremos el de los demás. No debemos deleitarnos en el mal ni alegrarnos de las desgracias de los demás, sino mostrar compasión y orar por ellos. Incluso cuando alguien nos irrita, debemos practicar la paciencia. El mayor de todos es el amor. Deberíamos preguntarnos constantemente: “¿Cómo puedo alegrar a esta alma y ayudar a fortalecer su fe?”. “¿Qué puedo decir para ofrecer consuelo?”. “¿Cómo puedo guiarlos a la salvación?”. En todo, nuestra atención debe centrarse en el bien de los demás.
La gloria de Dios se muestra cuando los miembros de la familia de Sion se unen en amor y hacen buenas obras en todo el mundo. Sus acciones buenas y justas se convierten en el lino fino de Dios (Ap 19:7-8). Estas acciones guiarán a las personas una por una por el camino correcto, trayendo paz y amor al mundo y salvando muchas almas. Espero que se conviertan en el lino fino de Dios mediante sus hermosas obras, brindándole mucha gloria. Por favor, enseñen diligentemente la Pascua del nuevo pacto, guiando a muchas personas a renacer en su nuevo ser y conduciéndolas al reino de los cielos.